NOTICIA DE ULTIMO MINUTO

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Los embustes calculados de Enrique Rais


Lafitte Fernández
Mi padre me lo decía así: “no coma jamón”. Eso significaba que no debía aprovecharme de las circunstancias de debilidad de alguien para golpearlo.
No escribo contra Enrique Rais aprovechándome que, desde el lunes, está en prisión.
Lo hago dos días después de regresar de Costa Rica, adonde Rais me obligó a hacer un rápido viaje, para defenderme de un ataque artero, cobarde y ensañado. Él lo montó rodeado de sus hienas.
Tuve que hacer esas piruetas geográficas porque el “tamal” lo armó en Costa Rica con inmediatas réplicas en El Salvador. Escribo el nombre de Enrique Rais porque es el responsable de un campo pagado que pagaron en diarios de El Salvador.
La acción fue sincrónica: una vez que, en Costa Rica, se publicó una publicación que sólo eran anillos de humo contra mí, pagó periódicos digitales en El Salvador para que replicaran su estiércol. Todo fue un embuste calculado.
Los diarios digitales utilizados en la réplica son los mismos que, cuando el lunes detuvieron a Rais, y a sus colaboradores, no publicaron ni una línea de lo que pasaba.
Debo confesar que, a mi regreso obligado por la desnudez intelectual de Rais, me enteré, casi al instante, que lo habían detenido a él y a quienes le ayudaron a cometer barbaridades contra mí.
Las detenciones no las aplaudí. Me dieron pena por la forma cómo algunos utilizaron la institucionalidad de El Salvador para cometer fechorías y convertirse en anafabetas del espíritu.
Es evidente que algunos se sintieron gamonales y dueños de la Fiscalía General, durante bastante tiempo, para escudar intereses privados, como lo definió bien el Fiscal General Douglas Meléndez.
Pero lo que quiero es que conozcan el “tamal” ( como dicen los salvadoreños) que me armaron sin ningún empacho.
Fue una certificación de la Prensa Gráfica la que me aportó pruebas de lo que sucedió. Primero enviaron al ex fiscal Sergio Ernesto Portillo Toruño a crear un aviso ante la Fiscalía General de la República en el que involucraron mi nombre.
El aviso no fue tal. Fue un chisme escrito. Sin referencia a ninguna prueba. Sin ninguna relación de hechos. Una verdadera levadura del mal que luego llevaron a dos periódicos salvadoreños para que se publicara. Tal vez lo mejor es llamarle basura tóxica construida por una pluma sobornada.
Fue entonces cuando comenzó la verdadera historia de la publicación: el campo pagado lo pagó el periodista Natan Vaquiz (a quien creía mi amigo). Me dicen que, desde hace bastante tiempo, trabaja para Enrique Rais.
Como el campo pagado fue firmado por Sergio Ernesto Portillo Toruño, su Documento de Identidad Única (DUI) lo auténtica Ernesto Gutiérrez, uno de los abogados estelares de Enrique Rais, preso ahora junto a su patrón en las bartolina de la DAN.
Gutiérrez y Rais están detenidos por cometer, al menos, una serie de abusos y barbaridades contra una pareja de esposos que se les interpusieron en el camino. Posiblemente creyeron que, al lado de un Fiscal General, te conviertes en Dios: quitas la libertad de cualquiera y embrollas lo que quieras.
Enrique Rais y sus colaboradores serán acusados por la Fiscalía General de plantar pruebas falsas en un juicio que mandó a la cárcel a un abogado y su mujer.
Lo peor es que intervenciones telefónicas revelaron lo que todos ellos estaban haciendo, A pesar de eso, el ex Fiscal General, Luis Martínez ordenó que el circo siguiera. Lo hizo como hombre hambriento que no entiende razones, habría dicho Séneca.
¿Por qué Enrique Rais y sus “valientes” abogados publicaron en El Salvador ese campo pagado contra Lafitte Fernández?. Porque hace mucho tiempo soy un hombre incómodo para él. Héctor Silva es, para ellos, el más incómodo de todos.
La verdad es que luego de denunciar el periodista Héctor Silva los viajes de un ex fiscal general en aviones de Enrique Rais, escribí que Luis Martínez mentía sobre las razones que empleó para volar, de arriba abajo, en las naves del controvertido. Y hasta escribí que Martínez y Rais urgían una vacuna moral que tapara, al menos, la cloaca que habían construído en la Fiscalía General.
Como si no fuera suficiente con lo que publicaron en El Salvador, los “valientes” hombres de Rais viajaron a Costa Rica y transformaron el campo pagado en una información de primera página. Supuestamente, escribieron, un costarricense participó en un drama salvadoreño que no debió pasar.
Rais y su gente sorprendieron, en Costa Rica, a un periodista que no aplicó bien el método periodístico, no examinó la basura que introdujeron en un “aviso” de la Fiscalía General , no preguntó lo que debía preguntar, no calibró los hechos e, ingenuamente, publicó lo que el señor de los aviones, y de la basura, quería pregonar.
Pero, lo más importante que se debe conocer en El Salvador y Costa Rica es que el principal atacado en ese campo pagado, transformado luego en una inexacta información periodística, fue el abogado Diego Balmore.
El balazofue doble: contra Diego y contra mí.
¿Saben quién es Diego Balmore? El abogado de los empresarios canadienses que pelean la propiedad de MIDES a Enrique Rais, ahora en la cárcel por plantar pruebas falsas en un juicio penal. “Caso cerrado”, como gritaría la cubana Ana Polo en su programa de televisión.
Los hacedores del “tamal” salvadoreño fueron descubiertos. Están pillados. La certificación de La Prensa Gráfica prueba quiénes elaboraron el embuste calculado. Quisieron lanzar un misil contra Lafitte Fernández, posiblemente en medio de la desesperación para que el Fiscal General, Douglas Meléndez, no los enviara a la cárcel.
Es evidente que a Enrique Rais le gusta elaborar embustes con estilo propio. Por eso está en la cárcel. Ya no tiene quién lo proteja en la Fiscalía General. Ya no puede aparecer como “señorón” en un país que nunca lo respetó ni lo respetará jamás.
Lo que me apena es que, en Costa Rica, sorprendió al diario Extra, un periodico que fundó un amigo, un ex alumno de periodismo en una universidad costarricense , un hombre inmensamente trabajador que murió muy joven.
Por eso tuve que viajar de urgencia a Costa Rica: a aclarar el “tamal” y la mala leche de Enrique Rais. Quiso ser fiera pero acabó avergonzado ante su propia gente. Lo montaron a un carro esposado como el peor de los mortales. Ni siquiera pudo convertirse en un mueble parlante. Su desparpajo lo envileció con el tiempo. Pobre de él. Pobre de quienes no saben conducirse con humanidad.

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